sábado, 27 de agosto de 2011

2010

2010
Se acaba, como que hoy es 31 de diciembre, las 0 horas, un minuto. Y con él también termina la primera década del siglo XXI. Más de 6500 millones de seres humanos, de los dos sexos, de todas las razas, niños, jóvenes, adultos y ancianos y una sola tierra, cada vez más exigida, exigida malamente, por lo que se manifiesta cruda y cruelmente contra quienes no han sabido convivir con ella. No es moralina, No, son muchos años y muchos esfuerzos manifiestos contra la sinrazón de pretender sacarle lo máximo con máximas ganancias en metálico para los menos, sin ser escuchados por que “No hay peor sordo que el que no quiere oír”.
Inundaciones y sequías, en lugares distintos pero al mismo tiempo. Inundaciones a las cuales, correctamente, se les viene dando el calificativo de “la tierra del agua en recuperación”; la naturaleza recuperando de una urbanización caótica, aventurera y desafiante tierras que nunca debieron ser desecadas, menos urbanizadas y aún menos superpobladas. Sequías catastróficas en terrenos desertificados a son de tala indiscriminada y arrasadora, de desecamiento y desvío irracionales del agua natural, a nombre de unos supuestos beneficios energéticos.
Acaba mal 2010. Mal en general, pero acá, acaba muy mal. Infraestructura vial destrozada por las aguas desbordadas, pueblos enteros subsumidos bajo aguas de inundación, gentes fallecidas, gentes obligadas a salir corriendo con lo que tienen puesto ante la fuerza y el volumen de las aguas sin control artificial ni artificioso, rotos los diques, los terraplenes y los embalses. Millones de damnificados. Cultivos anegados, dehesas inundadas y ganados despavoridos ahogados.
El Estado y el gobierno impotentes queriéndonos poner a mirar para otro lado, pasando la escudilla miserabilista del “mártir”, acudiendo presuroso a la caridad de las buenas personas, sacando a la feria los pocos activos que van quedando en su poder después de la feria neoliberal de dos décadas fracasadas, argumentando necesidad imperiosa; estableciendo nuevos gravámenes de emergencia que, como siempre, se volverán permanentes aún hayan pasado los fenómenos que justificaron su establecimiento transitorio, aún cuando los pasados 8 años argumentaron en todos los tonos que estábamos consiguiendo niveles de desarrollo increíbles mediante la seguridad democrática y la confianza inversionista (el carácter mafioso de los detentadores del poder político), mentiras, lo que hay, producto de todos los malos gobiernos pero básicamente del último gobierno, es una crisis fiscal monumental, ahora sin poder de emisión y sin activos productivos de cuyas ganancias se alimentaba el erario público, un Estado fallido, un gobierno en quiebra ante una tragedia climática de bastas proporciones.
Sálvese quien pueda. El gobierno pone toda su capacidad de maniobra para salvar a los poderosos: nuevos impuestos para los ricos, pero eso sí acompañados de alza pírrica de salarios, aumentos más que desproporcionados en los precios de los bienes y servicios ofertados por esos ricos, como quien dice: nuevas cargas para los pobres, a ver si de esta también se salvan.
Así que este 2011 pinta que ni mandado a hacer para que las mayorías se organicen y luchen para su propia salvación.
Desde las calles de Colombia, diciembre 31 de 2010.
Bayardo Ariza Olarte.

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