martes, 22 de noviembre de 2011

Insurrección gradual global

Trabajadores griegos e italianos en el vórtice.
Tres años de gran caos en las finanzas internacionales, de crisis de superproducción, de tiras y aflojes, de rescates y políticas duras de ajuste a los países menos poderosos y más endeudados: toda una cátedra de la incapacidad y la estupidez de la dirigencia máxima del tan ponderado como único e irrepetible sistema capitalista.
Las economías norteamericana y la de los 15 de la Unión europea se encuentran gravemente afectadas por la explosión estruendosa de la burbuja creada por la financiarización neoliberal de la economía universal y las medidas, que se adelantan para tratar de contrarrestar la debacle generalizada que asoma en el horizonte, aunque no resuelven nada si están atentando contra el ordenamiento más que centenario de estas sociedades, siempre calificadas como la crema de la civilización occidental.
Muchos son los análisis sesudos de lo más granado de la inteligencia internacional que describen el carácter, la extensión y la profundidad de la presente crisis multivalente del sistema mundo capitalista, pero para los efectos de mi planteamiento central en este escrito me valdré de las respuestas de Ettiene Balibar a una entrevista que le hace Benedetto Vecchi de Il Manifesto en la Universidad de Bolonia, publicada en Rebelión.org.
Este intelectual francés califica así el momento político en Europa.
“Recientemente, en Le Figaro, periódico de la burguesía francesa, se ha publicado un interesante comentario que fotografía exactamente lo que está sucediendo en Europa. La decisión de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel de imponer a Grecia e Italia políticas de austeridad ha favorecido la aparición de la solución del gobierno técnico. En Atenas y Roma han llegado al poder dos figuras de economistas como Mario Monti y Lucas Papademos, hombres situados desde siempre en la red de poder que tiene como núcleo central a Goldman Sachs. Desde este punto de vista, la situación es el resultado de una revolución desde arriba. Se trata de una expresión que tiene una larga historia. Durante años creí que el primero en utilizarla fue Friedrich Engels en el prefacio a La lucha de clases en Francia, de Karl Marx. Se utiliza para indicar los procesos de transformación social y política impuestos por las élites. Entonces descubrí que Engels la había adoptado de Bismarck. Todo esto para decir que siempre ha habido revoluciones desde arriba y que han servido para dar forma a los modelos y mecanismos de gobernanza que los usos consuetudinarios no preveían. Bismarck había perseguido a las organizaciones socialistas, pero también había creado un prototipo del futuro estado social. En otras palabras, henos aquí otra vez en la Europa del siglo XIX, en que la revolución desde arriba instaura siempre un estado de emergencia, necesario precisamente para dar forma a un nuevo modelo de gobernanza de las relaciones sociales. Lo que está ocurriendo en Europa, con la retórica de los gobiernos técnicos es precisamente eso: una suspensión de las reglas del juego vigente para forzar soluciones a la crisis actual. Carl Schmitt habló, en el pasado, de la dictadura comisarial, que no es sin embargo de carácter totalitario sino que más bien recuerda a las formas de dominación existentes en la antigua Roma. Los gobiernos técnicos son la forma contemporánea de la dictadura comisarial necesaria para imponer una respuesta neoliberal a la crisis del capitalismo.”
“La revolución desde arriba, por lo tanto, asociada a la introducción de estados de excepción a nivel nacional es una descripción que recoge las fuertes tendencias que han caracterizado a la crisis del neoliberalismo y su hermano gemelo, el llamado populismo posmoderno. Muchos, sin embargo, han visto a menudo en la tecnoestructura uno de los poderes fuertes que operan en Europa desde hace ya muchos años. Una tecnoestructura que forma parte, no obstante, de una red más amplia, en la que operan las empresas financieras, las empresas transnacionales. En resumen, una forma de gobierno que administra el sistema actual de acumulación capitalista. Desde este punto de vista, la tecnoestructura garantiza en Europa tanto el funcionamiento político y la recuperación del
control sobre un ciclo económico „enloquecido‟. En otras palabras, el neoliberalismo impone el estado de excepción con el fin de impulsar su proyecto político continental. Con algunas contradicciones, por supuesto, como la legitimidad de los gobiernos tecnocráticos por parte de los parlamentos elegidos por el pueblo.”
“Es un proceso conflictivo el que está teniendo lugar. No está escrito que la dictadura comisarial sea capaz de funcionar en esta situación. Los tecnócratas, las élites tienen un fuerte poder de persuasión de su lado, porque parten de un chantaje: o esto o el caos. El temor de una catástrofe es así capaz de superar la resistencia y la duda. Sin embargo, de unos meses a esta parte en los periódicos de la burguesía, y también en los progresistas, muchas personas piden que la soberanía popular se exprese en torno a las formas políticas y a una posible constitución europea. Jürgen Habermas hace tiempo que escribe sobre la necesidad de una legitimación popular de lo que está sucediendo en Europa. Su objetivo es democratizar las instituciones europeas, cerrando así la fase que ha visto a los mercados desautorizar de facto el sufragio universal. Obviamente estoy de acuerdo con Habermas, pero creo, sin embargo, que deben crearse auténticos y verdaderos poderes insurreccionales que contrasten con esta forma de gobierno que se está afirmando a escala europea. No hablo de insurrección popular, sino de la creación de instituciones por parte de los movimientos sociales para hacer frente a la tecnoestructura”.
“Me parece útil utilizar la distinción hecha por el filósofo norteamericano Richard Rorty entre campaign y movement. Los indignados españoles son sin duda un movimiento social. Tienen sus raíces en el territorio, han desarrollado sus propias instituciones, han definido reglas para la toma de decisiones y, por último, han planteado con fuerza el nudo de las relaciones sociales de producción. Es posible que lo hayan hecho en un idioma que para un marxista puede resultar extraño, pero su punto fuerte es la crítica al régimen de acumulación centrado en la expropiación. Occupy Wall Street tiene en cambio todas las características de una campaña de sensibilización en torno a ciertos temas –la pobreza, la polaridad entre el 99 por ciento de la población y el 1 por ciento de ricos– pero hasta ahora no han dado el gran salto a la acción política. Cuando pienso en los contrapoderes insurreccionales pienso pues en los movimientos sociales y su capacidad para desarrollar sus propias instituciones. Sólo en presencia de estos contrapoderes podemos condicionar y poner en crisis la dictadura comisarial, que es frágil ya que la crisis económica ha empobrecido a las sociedades. La partida, pues, está abierta. Y el resultado final aún no se ha escrito.”
Apelando a la comprensión de quienes lean este trabajo por lo largo de la cita, solo justificada por lo grave de la situación concreta y en tanto difiero del autor sobre la composición social de quienes deben dar una respuesta desde los vencidos, por lo menos más allá de los citados campaign y movement de los occupy norteamericanos y los indignados españoles, sin desconocer o quitar valor a estas formidables manifestaciones de inconformidad que, en todo caso, dan pistas sobre el estado de ánimo de las masas populares globales.
Ya que considero que el proletariado mundial y en este momento al proletariado griego e italiano están en posibilidad y necesidad de pasar a la vanguardia, tan denigrada por la pequeña burguesía.
Siendo verdad que la literatura universal de varios años para acá, con justificada razón, ha criticado a la clase obrera por su abandono de la vanguardia de las luchas por la derrota del capitalismo y de su acomodamiento como socialdemocracia al proyecto de su antagonista.
Lo concreto de la situación actual es que Grecia, Italia y la Europa de los 15 está retrotrayéndose, como bien lo dice Balibar, al siglo XIX, no solo al eliminar de un plumazo la democracia representativa al instalar presidentes a dedo, si no por las medidas de ajuste
que, quiéranlo o no, como dice Marx de los capitalistas, “independientemente de su voluntad” tienen que aplicar, significa el desmonte del estado de bienestar que fuera la concesión que lograron los socialdemócratas al precio de abandonar la lucha de clases, la lucha por la derrota del capitalismo y la instauración de una sociedad sin explotadores y explotados.
Así que un proletariado griego e italiano, extrapolable a toda Europa, retrotraído por el moribundo capitalismo a las peores formas de explotación, al paro, a la pérdida de su vivienda, a la carencia de salario para solventar la reproducción de su fuerza de trabajo y la de sus hijos, al no pago de pensiones, a la extensión de la jornada laboral, en una palabra a la más pura expresión de la explotación capitalista inmisericorde, tiene que responder asumiendo su papel rector, en tanto organizado, portador de conocimientos, educado y con amplia cultura, conseguidos durante los años de estado de bienestar, para la insurrección de que habla Balibar, junto con los ocuppy, con los indignados, con los movimientos sociales de las mujeres, de los jóvenes, de los ambientalistas, para la construcción de una sociedad nueva, incluyente, solidaria, sostenible, con democracia y justicia social.
Que corresponda al proletariado de Gracia e Italia, cuna de la civilización occidental y del continente del capitalismo triunfante sobre el feudalismo, la respuesta inicial por ser estos países los que en este momento están en el vórtice de la crisis, debe tomarse como simbólico y para Latinoamérica y para Colombia la actitud de las organizaciones de trabajadores y los movimientos y organizaciones sociales, más allá de la necesaria solidaridad efectiva con sus acciones – como la toma de usinas eléctricas que están haciendo en este momento los trabajadores griegos - debe ser la de unir esfuerzos, cualificar la coordinación de luchas – expresión de que si se puede fue la reciente coordinación en apoyo y compromiso con el movimiento estudiantil por una educación pública gratuita y de calidad – y la organización y preparación de una muy fuerte acción de masas en el primer semestre de 2012, como forma por excelencia de construcción de poder popular.
Desde las calles de Colombia. Noviembre 23 de 2012.
Bayardo Ariza Olarte.
http://bayardodejesus.blogspot.com/

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